Aunque el camino sea estrecho hay que seguir adelante. Tal vez en algún momento se estreche tanto que sea imposible continuar, pero mientras eso no suceda: siempre adelante. No importan las dificultades que nos acechen, ni a cuántos perdamos por el camino; lo único importante es continuar, continuar hasta nuestro último aliento. Así ha sido siempre, y así habrá de seguir siendo hasta el final. Nada de atajos, nada de retrocesos o paradas en el camino: siempre adelante. Sin descanso o desviación, hemos de continuar el trayecto. Y sólo si tenemos mucha suerte viviremos aún el día que la procesión llegue a su destino. Pero, puesto que nuestra gente lleva andando eones, tal esperanza es más bien inútil y sin sentido. Aun así, hay quienes necesitan paladear en sus mentes y sus corazones la idea de que quizá ellos alcancen a ver el final.
De un modo u otro, hay que seguir siempre adelante.
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Lamento la situación, pero la ley nos obliga.